Pandemia de Género

´´Los efectos de la crisis nunca son neutrales en cuestión de género y el COVID-19´´ no es la excepción.´´(ONU Mujeres, 2020)

Y es que no hay que ser matemático para entender que, si un individuo vive en un permanente estado de vulnerabilidad, al suceder una crisis que nos reste a todes, elles, siempre serán los más afectados. En el caso del COVID-19, fue un gran número de personas las que ya se encontraban en desventaja al iniciar la pandemia. Los adultos mayores, personas con enfermedades,  migrantes, personas sin hogar, sin oportunidad de trabajar desde casa y por supuesto, las mujeres, cuya desfavorable situación se vio aumentada por la pandemia. Las mujeres son vulnerables por el propio hecho de ser mujeres y en muchos casos, pueden experimentar hasta una doble o triple vulnerabilidad por su ´´raza´´, color de piel, alguna discapacidad y/o hasta por el lugar en dónde viven. Latinoamérica es una región que lamentablemente representa una vulnerabilidad para su población femenina. 

 

Desigualdad económica

La estabilidad económica es otro tema para las mujeres, ya que muchas siguen dependiendo del ingreso de un hombre para su supervivencia y la de sus hijos.  La causa de este fenómeno no recae únicamente en lo cultural, sino que las oportunidades laborales y académicas para las mujeres aún son muy desiguales. Aún cuando la mujer pudiese ir a trabajar, la Organización Mundial del Trabajo estimula que las mujeres en la región Caribe ganan 17% menos salario que los hombres por hora trabajada y en países como Argentina y Uruguay, la brecha llega a ser de hasta un 25%.  Con la situación económica cayendo en todo el mundo, es claro que la dependencia de la mujer a su proveedor aumenta y puede que con ella la violencia física, sexual y psicológica. 

 

Auxilio, estoy en casa

Mientras que resguardarse en casa ha ayudado a detener la propagación del virus, también ha provocado tensiones entre las familias por la situación laboral y económica, desencadenando una alza en la violencia hacia mujeres y niñas. Solamente en el mes de abril que inició la pandemia, la línea telefónica de emergencia 137 en Argentina, registró un incremento del 67% en las llamadas de mujeres que piden ayuda. En Chile, la ministra de la Mujer afirmó que los llamados a su línea telefónica de ayuda contra violencia sexual y física se habían incrementado un 70% solo en el primer fin de semana de cuarentena. En Colombia, los llamados diarios por violencia doméstica a una línea telefónica nacional subieron casi el 130% durante los primeros 18 días de la cuarentena

 

Lo más importante del tema es que estas líneas de ayuda deberán ser realmente efectivas, ya que son la única salida que estas mujeres tendrán si no pueden salir a pedir ayuda por cuestiones de salubridad o por prohibición de los propios agresores. La situación de violencia a la mujer en Latinoamérica era de por sí mala antes de comenzar la pandemia. Por ejemplo, en el desgarrador caso de México,  el delito de violencia familiar lleva muchos años siendo el segundo delito con más investigaciones penales abiertas por las fiscalías en el país. El Estado debió haber previsto estas condiciones e implementado medidas específicas para proteger a sus mujeres mientras están en casa, pero no lo hizo. Como consecuencia, en abril de 2020, hubo un total de 337 mujeres asesinadas, lo que significa 11.2 mujeres asesinadas al día, es la cifra mensual más alta del año. 

 

Sistema de Salud

La indiferencia e inacción de los estados no solo se da en cuestiones de violencia y feminicidio, también en cuestiones de salud que por supuesto, han hecho que la región se vea rezagada en el control de la pandemia. Es importante entender que el sistema de salud de muchos países depende en gran porcentaje del ´´cuidado no remunerado dado en casa ́ ́.  En caso de que no fuera lo suficientemente obvio, este sector del sistema de salud que se supone, debería ser en su totalidad proporcionado por el gobierno, depende de las mujeres que cuidan de su familia en casa. Cabe destacar que el trabajo de cuidados (del hogar/familia e hijos) no cuenta como ingreso pero sí significa un ahorro en las finanzas de una familia, por lo que sí es considerado dentro del PIB de un país.  Muchas mujeres ahora han tenido que implementar por sí mismas medidas de prevención sanitaria para el coronavirus, algunas incluso se han tenido que arriesgar al cuidar a sus parientes enfermos, sin siquiera contar con el conocimiento o material necesario. En cuanto a salud reproductiva, esta el caso de Perú dónde los registros de violación también tuvieron un gran incremento, sobre todo en niñas menores de edad que están obligadas a vivir con su agresor. Las acciones del Estado para combatir la violencia sexual son fútiles y la única salida que ha quedado para muchas es la telemedicina ofrecida por organizaciones no gubernamentales. Significa pedir ayuda, ya sea información o hasta acompañamiento a distancia para realizar un aborto con pastillas. Women on Web es una de las organizaciones que incursionó en la telemedicina y pueden hacer llegar las pastillas abortivas a varios lugares de Latinoamérica.

 

COVID-19 para las mujeres latinoamericanas

La situación no parece mejorar, la región cuenta con los primeros lugares de países más afectados por el COVID-19 en Brasil, Argentina, México, Colombia, Perú y El Salvador. Aún con la vacuna en camino, la falta de organización de los sistemas de salud y la corrupción de los Estados podrían entorpecer su distribución y alargar la crisis con más oleadas del virus. Las mujeres de hoy se volvieron un tanto enfermeras; las que tienen hijxs, se convirtieron en maestras; las que trabajan desde casa, expertas en tecnología; las amas de casa redoblaron esfuerzos; muchas emprendieron por sueño o necesidad; ninguna la vio fácil, pero sabemos que pueden con ello y más. La cuestión es que si vamos a tener que hacerle frente a una crisis tan grande con todo y nuestra(s) vulnerabilidad(es), deberíamos al menos poder hacerlo seguras en nuestra casa. Si la culpa no era mía, ni de cómo vestía, ni de dónde estaba, entonces al menos, déjenos estar, estar en casa. Nuestra casa debería ser lo suficientemente segura para quedarnos en ella durante una pandemia, pero la realdad es que para la mayoría de las mujeres en Latinoamérica no es. 

Maggie Riquelme